El chicle es, con total seguridad, uno de esos elementos que no dejan indiferente a nadie. Delicioso para algunos, molesto para otros, la realidad es que forma parte de nuestra identidad. Según afirman los historiadores, para llevar a su origen, tenemos que remontarnos a la antigua Grecia y el antiguo Egipto. Según se afirma, la sociedad de la época ya mascaba directamente de plantas y de resinas de árboles.
No obstante, para conocer el origen del chicle moderno, es conveniente acudir a las selvas de la zona del norte de Centroamérica. Así como al sur de México. Allí emergió la cultura maya desde hace más de 2000 años.
La importancia de los mayas en la historia del chicle
Los Mayas fueron los que iniciaron la recolección de uno de los árboles más abundantes de la zona. Conocido como chicozapote. En base a un corte en forma de Z, brotaba una especia de líquido que, cuando se trataba, adquiría una textura muy similar a la del chicle actual.
El nombre que recibió en un primer momento fue sicte. Su traducción se asemeja mucho a lo relacionado con el fluido vital o, en su defecto, sangra.
¿Quién inventó el chicle?
La realidad es que no existe un consenso común a la hora de analizar cuál fue la personalidad que inventó el chicle. Uno de los nombres que ha alcanzado un mayor protagonismo es John Curtis, en el año 1848. No obstante, su aparición también está muy relacionada con el mexicano Antonio López de Santa Ana. Éste fue el que en el año 1860 dio pie a su comercialización.
Con independencia del nombre del mismo, no cabe duda que nos encontramos ante una de las chucherías más consolidadas a nivel social. Convertido en una auténtica seña de identidad para una gran cantidad de personas.